Olga Maestre fue, para todos quienes la conocimos, un manantial de amor y memoria. Con esos materiales, ella forjó, en el niño que fui, primero la curiosidad, enseguida la admiración, y finalmente la veneración por la figura y la obra de Buenaventura Luna. Fue una suerte de educación mítica que me acercó a un pedazo de la historia de nuestra música nativa y a la agitada vida intelectual y política sanjuaninaArtículo subido el 26/04/22